Entre 1600 y 1700 la ribera del río Zaan -llamada región de Zaanstreek-, se convirtió en la primera zona industrial del mundo, con casi 1.000 molinos de viento.
De estos, en 1920 quedaban apenas 20. Fue entonces cuando vecinos de Zaanstreek fundaron la Asociación De Zaansche Molen con el objetivo de preservar los últimos molinos que corrían peligro de desaparecer. Para ello iniciaron una ardua labor de reubicación y fueron trasladados a orillas del río Zaan.
Así nació, en 1925, Zaanse Schans, verdadero museo al aire libre que luego fue declarado Sitio de Conservación al Aire Libre con el fin de proteger su patrimonio del desarrollo urbanístico.
Se ubica a 20 minutos al noreste de Ámsterdam, junto al pueblo de Zaandam y con sus 12 molinos es uno de los destinos turísticos preferidos de toda Holanda.
LOS MOLINOS
La primera imagen de la aldea la protagoniza un molino que, victima de la modernidad, ha quedado dentro del pueblo. La expansión urbanística ha sido todo un dilema en la conservación de estos gigantes.
Son edificios de 10 metros de altura y de cúpula giratoria, es decir, sólo la cúpula con las aspas gira y se orienta al viento a través de un mecanismo de ruedas.
El primer molino tiene por nombre De Huisman -El Especiero-. Un suave aroma a especias invade los dos salones, uno de ellos decorado rústicamente con sacos harineros y barricas, se dedica a moler semillas mediante piedras redondas que giran gracias al viento que mueve las aspas. En el otro ambiente están los productos, destacando diferentes tipos de mostaza holandesa.
Tras este se encuentra el molino De Kat -El Gato-, dedicado a la producción de pigmentos utilizados para teñidos textiles y pintura. Construido en 1782, este molino es el último del mundo dedicado a este oficio, el cual se puso de nuevo en funcionamiento hace una década.
En el siguiente enlance se puede ver este molino en funcionamiento:
A poco andar surge De Zoeker -El Buscador-, el molino más antiguo de la aldea cuya historia nace en 1672, siendo el primero en ser rescatado por la Fundación y trasladado a Zaanse Schans en 1968. Una verdadera hazaña de la ingeniería que sumó los esfuerzos de una grúa para levantarlo y subirlo en un barco que transportó sus 18 toneladas hasta su actual ubicación, donde sigue moliendo nueces y semillas para producir aceites.
Het Jonge Schaap -La oveja joven-. Fue construido entre 2005 y 2007, imitando a un molino aserradero de 1680, que se demolió en 1942. La reconstrucción se realizó con una inversión de 2 millones de euros.Su funcionamiento es digno de apreciarse. En la sala de máquinas se ve cómo el viento mueve las sierras de arriba abajo cortando troncos en diferentes tamaños. La madera extraída se ha ocupado para construir casas de la aldea y pueblos aledaños.
Al final del camino se encuentra un molino aceitero. De Bonte Hen, de 1693, restaurado en la década de los 70 y que, junto con mostrar sus faenas de producción, regala una estratégica vista de Zaanse Schans, con los molinos sucediéndose, girando sus aspas igual que en la Edad Media cuando eran el motor de Holanda y toda Europa.
Pero Zaanse Schans no es solo molinos. El recinto es una fiel reproducción de las comarcas del río Zaan del siglo XVIII. Llena de puentes y calles peatonales, pulcros jardines y casas de madera pintadas de verde. Muchas de estas viviendas son réplicas de esa época, mientras algunas originales fueron trasladadas hasta aquí. Hoy funcionan como tiendas ligadas a la industria de los molinos, restaurantes, talleres de oficios y museos temáticos. A ellos se suma una típica granja holandesa.